Aunque no se han realizado trabajos arqueológicos en el término municipal, podemos establecer que los primeros pobladores de los que se tiene constancia en el actual Pozohondo, estarían relacionados con la Edad del Bronce, correspondientes al II milenio antes de Cristo.
Estos yacimientos se encuentran en las cimas o partes más altas de las sierras, en este caso en la Sierra de Picayo y la Morra de San Juan, que serían de pequeño tamaño, de entre unos 600 a 700 metros cuadrados, y situados en farallones rocosos y protegidos de pequeñas murallas.
Por los general, las viviendas eran de planta redondeada, si bien, los yacimientos conocidos en la zona se correspoderían con torres de vigilancia o de protección, no habiendo encontrado el área poblacional propiamente dicho. Sus construcciones eran realizadas en piedra en seco o en todo caso trabadas con argamasa, con una base en piedra y el alzado en tapial.
Fabricaban objetos de metal, como cuchillos, puntas de flecha o puñales y cerámica a mano cocidas en pequeños hornos excavados en el suelo. El sistema de enterramiento era en cistas o grandes contenedores cerámicos.
Su economía se basaba en la agricultura y ganadería, teniendo gran importancia el control del territorio. Esta zona se corresponde con la zona de contacto entre el Bronce Manchego y el Argar.